web statistics

En qué pienso cuando pedaleo

La bicicleta es un excelente instrumento para mejorar mi calidad de vida. No solo física, sino mental, espiritual. Y si escribo y viajo, mejor.

En qué pienso cuando pedaleo
Foto de Édgar Félix | Edición digital en Linux/GIMP

Para mi la bicicleta es un catalizador de mi corazón. Un corazón afectado con una lesión de menos del 5 por ciento en la parte baja, según los análisis que me hicieron después de un "infarto caminado" que sufrí en diciembre de 2012, poco antes de terminar mi rutina de natación. Me anima siempre la búsqueda de plenitud que siento cuando termino de pedalear, para evitar hundirme diariamente en un mullido sillón de donde se observan todas las series de Netflix mientras se oxida tu vida.

Me aterroriza el zapeo, tal vez por mi bajísima o escasa cultura de ver televisión. Me gusta caminar, explorar, moverme. No soy de los que quieren bajarse del auto frente al lugar donde van. Cuando me ejercito los colores se vuelven más vivos, el mejor metabolismo corporal que te ofrece la adrenalina y la movilidad física cambia nuestra actitud ante la vida porque sentimos un cuerpo sano, fuerte. Este es mi caso, tal vez no sea el tuyo, pero esta fórmula me ha salvado la vida muchas veces. Cada quien encuentra cómo sentirse mejor y esta es para mi.

En este devenir constante he encontrado varias opciones, el cómo lograrlo con las capacidades físicas de cada quien. En mi caso cuido tres recomendaciones esenciales:

No forzar la maquinaria, es decir, pedalear con un monitor natural conectado al corazón, sin entrar en competencias ni piques con otros.
Cuando lleves más de dos horas de pedaleo hay que cuidar la hidratación corporal y, mediante una dieta adecuada, contrarrestar los efectos o consecuencias de desgaste nutricional.
Encontrar una rutina o saber los límites de tus capacidades físicas.

En resumen, si sabemos nuestras capacidades físicas lograremos una mejor calidad de vida. Nací en 1964, en agosto, así que me faltan algunos meses para cumplir 60 años y entrar oficialmente a la tercera edad cuando el cuerpo, científicamente, comienza a deteriorarse por la muerte constante de células. Un proceso que comenzó desde los 30 años pero que se acentúa. Así que el ejercicio constante ayuda a atenuar (no evitar) ese deterioro.

Foto de Venyamin Koretskiy | Filtros en Linux/GIMP

Desde muy joven corría, tal vez como el desenfrenado Forrest Gump :-). Trotaba diariamente, con descansos de semanas o meses, intermitentes. Luego descubrí la bicicleta y fui uno de los apasionados que recorría entre 50 y 70 kilómetros diariamente de rutina en los circuitos de Ciudad Universitaria de la UNAM. Así que combinaba, trote, natación y ciclismo, hasta que vino mi infarto en 2012 y me temblaron las corvas. Antes, un asalto a mano armada en plena carretera y la separación de mi hija mellaron un poco mi espíritu de andar superando mis metas. Caí, sí, en una especie de sensación de inutilidad para realizar ejercicio y conservar eso que llamamos optimismo del mañana y no la derrota que nos impide superar miedos o lograr lo que deseas. A veces la vida parece confabular contra ti, pero pedalear, leer, pensar positivo, sentirte positivo y no dejarte caer, ayuda muchísimo. Todo es dar el primer paso, dar el primer pedalazo o pegarle a la tecla ñ (por nuestro idioma español) hasta que sangre y grite.

Así que los pedales, caminar y leer han sido mi mejores armas en estos dos últimos años de vorágine. Ahora intento escribir y centrarme en esta forma de vida. Me veo como uno de esos valientes nómadas en bicicleta que recorren miles de kilómetros por los cinco continentes. ¿Y qué tal si le sumo escribir en estos trayectos? Suena bien porque estaré en un constante fluir de ideas que ofrece viajar y conocer nuevos rumbos. ¿Y de qué vas a vivir? Hay muchas formas. En cinco años tendré jubilación y una pensión, soy desarrollador web y puedo obtener ingresos con solo tener una conexión a internet. Soy periodista.

La vida ofrece siempre oportunidades y creo que ahora, sino se presentan vicisitudes, tengo una fórmula para dedicarme a mis pasiones.